Ya aquí, en lo más íntimo supe que esa idea fue acertada, porque regresar a mis raíces fue recuperar una parte fundamental de mi historia. Pero hubo momentos en los que llegué a replantearme si fue correcto volver a este pueblo, pensando en un escenario futuro. Porque al pensar en el futuro de Chaves, forzosamente debía incorporar en ese futuro a sus adolescentes, cuando por su edad fuesen adultos y por su ubicación en la sociedad estuviesen al frente de alguna responsabilidad.
Y no fue caprichoso que en ese momento me plantease un escenario futuro complicado para Chaves, dada la generalizada actitud vandálica de una cantidad de adolescentes chavenses. En ese momento el gimnasio en construcción, era destrozado día a día; los nomencladores de calles, diariamente destrozados; la plaza 25 de Mayo, muestrario de todos los daños que puedan imaginarse: bancos rotos los fines de semana; faroles rotos a mansalva; cajas de conexiones eléctricas destrozadas. Y como parte del incentivo para hacer tanto daño, la misma plaza quedaba sembrada de tetrabriks y envases vacíos de cerveza.
Este no era el pueblo que había dejado en mi adolescencia; el Chaves cuya imagen surgía viva en mi recuerdo en tantas vueltas dadas por el mundo; el Chaves que vine a disfrutar a mi regreso. No. Este no era aquél Chaves. Pero, ¿Qué había cambiado? ¿Cuál fue la causa de este deterioro en la estructura social del pueblo, manifestada en el comportamiento vandálico de muchos adolescentes chavenses?
Buscando en la historia, encontré alguna información interesante. Hacia fines de la década de 1950, las autoridades de U.S.A., preocupadas por el auge de la delincuencia juvenil en su país, enviaron a un grupo de profesionales a Italia, país que a la sazón contaba con el índice más bajo del mundo de delincuencia juvenil, para ver cual era la causa de ello. Luego de muchos meses de estudios en cantidad de ciudades grandes y pueblos pequeños, la conclusión de esos profesionales fue terminante: En las familias italianas, como célula fundamental de la sociedad italiana, se respetaba la autoridad del padre. Por extensión se respetaba la autoridad de la madre y fuera de la casa se extendía el mismo respeto hacia toda otra persona de la cual emanase algún tipo de autoridad: respeto a los mayores; respeto al maestro; respeto a la policía; respeto al placero. Y ese respeto culminaba en un respeto a si mismos.
No sería de extrañar entonces, que el eje del mal comportamiento de estos adolescentes pasase por la falta de respeto a sus padres. ¿Y que hacían los padres de éstos que destrozaban medio pueblo? Buena pregunta a la cual me respondí tal como en una oportunidad respondió mi hermano, cuando complicado en sus asuntos, alguien le preguntó como andaba:
- ´´¿No tenés una pregunta más fácil?´´
Miguel Gonzalez
No hay comentarios:
Publicar un comentario