En una Carta de Lectores, se hizo mención a la época de crisis en la que estamos inmersos. Y así es. Asistimos hoy a la llamada postmodernidad, caracterizada de un eclipsamiento de los valores tradicionales, y el surgimiento de una nueva concepción del mundo y de la vida. Pero este momento de concepciones encontradas, no es exclusivo de ésta etapa, sino que es una constante en cada uno de los ocasos de las diferentes edades. Así ocurrió con la caída del imperio Romano y el surgimiento de la cristiandad, con la caida de la cristiandad y el surgimiento del modernismo, y hoy día con la caída del modernismo y el surgimiento del postmodernismo. Se lo llama devenir histórico y tiene que ver con que el hombre se desmoraliza ante la falta de respuestas consecuentes de parte de sus creencias; el hombre comienza a darse cuenta de que en lo que creía ya no le sirve para alcanzar la plenitud.
Haciendo referencia obligada a la historia de la celebración me gustaría aclarar un poco como fue la distorsión de la fiesta a lo largo de la historia. El origen de esta festividad es en la cultura celta, y marcaban el fin del año Druida. La etapa expansionista de Roma, la llevo a extender sus dominios a tierras anglo-sajonas; el imperio encontró en esas tierras una festividad que se superponía en su calendario con las celebraciones de la diosa Pomona, (deidad de los frutales). Así los romanos modificaron las fiestas lugareñas de modo tal que los sajones no se rebelaran pero que tampoco se dejen de festejar las pomonas. Transcurridos tres siglos, y una vez oficializada la religión católica por Teodosio, el imperio debía cristianizarse. El cristianismo encontró en la modificación de las festividades paganas, la mejor forma de aceptación y así surge el día de Todos los Santos o por citar otro ejemplo el día de San Valentín, que se remonta a las fiestas Lupercales. Huelga recordar el modo en que la Roma “pagana” y cristiana se expandió e impuso su ley y sus instituciones, que no fue a través de la poesía o los cánticos; lo hizo con sus Legiones que no precisamente regalaban flores.
Y he aquí la cuestión de festejar o no festejar Halloween. Bien se dijo que la celebración del día de brujas nada tiene que ver con sus orígenes; entonces ¿De que nos preocupamos? ¿Estos chicos formaron una secta como el KU KLUX KLAN? ¿Se están organizando para atentar contra la vida de la Presidente electa? ¿O nos duele que se desperdicien las calabazas cuando estamos en el medio del boicot al zapallo?.
¿Acaso es tan nocivo un ingenuo juego de disfraces? ¿preferimos una sesión de lectura de pasajes sobre exorcismos y demonios?
Que las celebraciones se realicen; que el 31 de octubre salgan a divertirse a buscar golosinas disfrazados los que deseen; y al día siguiente, los que deseen, que celebren Todos los Santos. Cuanto mas colorido y alegría tengan los chicos, mas van a querer al pueblo.
Por favor, dejen a los chicos jugar en paz. Dejemos de preocuparnos por pequeñeces que no hacen a lo fundamental. No usemos recursos de fanatismos, que ya sabemos que no conducen a ningún lado, o mejor dicho conducen a las Cruzadas, a Hiroshima, a Aschwitz, al 11 de Septiembre, al 11 de Marzo, al 7 de Julio y a Irak.
Y para terminar, si a Chaves le dicen Pueblo Fantasma no es precisamente por los disfraces que el 31 de octubre ostentan estos pequeños pichones de oscurantistas.
Juan Ignacio Zoppo
DNI 32.103.096
DNI 32.103.096
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