En medio de tanto maltrato, canibalismo e indiferencia por los problemas ajenos, donde la sociedad “adulta” se encuentra sumergida en un enfrentamiento colectivo ¿qué puede pensar un joven adolescente, cuando escucha a un PresidentE que vive gritando desde las tribunas, o ve que miles de personas cortan el transito de un país para hacer oír sus reclamos?; vivimos una emoción violenta que empieza con la jefa de Estado. ¿Qué puede aprender un joven de un ex funcionario como D`ellia que pega frente a las cámaras?
No es posible aislar a los jóvenes de esta realidad. No es la manera de enseñar que ese es el modo en que se resuelven los conflictos.
Es cierto que la realidad es dura y que los buenos ejemplos no abundan en la clase gobernante, y todavía quieren volver grandes dinosaurios y acompañar a los actuales, que desperdiciaron la maravillosa oportunidad de pasar por la vida y servir. Y a veces da risa, por no llorar claro, escuchar a viejos políticos reivindicar políticas pasadas, que produjeron el desastre actual y las quieren presentar como una salvación posible.
Es lamentable ver, que algunos tienen boletos especiales de gloria al ridículo de ida y vuelta.
Porque avezados políticos y antiguos gobernantes, hacen escala en el arrepentimiento y la mala memoria, pero gracias a Dios algunos no pueden tomar el avión de vuelta porque se trata de vuelos sobrevendidos, pero todos se tiran el lance igual.
Hacen cola para elogiar al que esta arriba, con el fin de conseguir aquel ascenso tan querido. Elogian lo que les conviene, basurean lo que los rechaza e ignoran con desprecio lo que no les puede dar rédito financiero o político. Los que despreciaban o minimizaban la gestión actual, ahora la elogian, la respetan o al menos les parece discreta. Y los que defendían a capa y espada la misma gestión, ahora dicen que tenía aspectos negativos que por “casualidad”, ya lo habían dicho en publicidad, posterior a la renuncia.
Algunas frases de ex gobernantes o candidatos son, “mejor que decir es hacer” o “hechos y no palabras”, muchos aún lo usan como llave maestra para abrir la caja fuerte del apoyo popular. Son los mismos cuentos del tío, charlatanes de feria, venta de buzones de siempre.
¿Tienen dos caras? ¿La política es el arte de cambiar a tiempo? ¿Los que fueron malos muchachos, se convierten en buenos muchachos?
Estos pobres y patéticos personajes viven una especie de comedia de enredos, y giros en la acción política con cambios repentinos, que los puede destruir si no tienen preparada una buena estrategia.
Pero pedirles que reconozcan sus errores, o se retiren porque nos defraudaron es como ciencia ficción para ellos. Viven encerrados en su torre de cristal ignorando adonde pertenecen, el lugar de historia que les toca vivir como “ser político”, terminan siendo devorados por su indiferencia y autismo y se convierten en infelices eslabones perdidos.
Ya no les vamos a otorgar el poder a estos políticos que suben al podio, saludan, dan discursos esperanzadores para desarrollar planes, y tomar decisiones que muchas veces no estaban especificadas en los programas electorales. Tampoco queremos escuchar mas “Yo vote, pero no hacen lo que dijeron que iban ha hacer” y responden “Ustedes votaron” y uno se enoja, grita, patalea, expresamos el descontento y nos agarramos la cabeza. “Yo vote y me engañaron”.
Desde hace años venimos atravesando está realidad político social. Pero no es solo en la “alta política” también pasa “en la baja”.
¡Que Argentina! ¡Que laberinto de pasiones, realidades, mitos, intereses y manipulación!
Es cierto que la violencia, el hambre y la exclusión social reinan impunemente, y es obvio que los valores espirituales no están ocupando el lugar de las prioridades vitales.
¿Como se pueden autodenominar seres humanos si consienten horrores cotidianos de maltrato a niños y viejos indefensos?
¿Como podemos tener esperanza cuando uno ve, oye y palpa tanta crueldad y violencia? ¿Como no sentir un derrumbe moral al ver que gastan sumas enormes en Rolex y alhajas de valores siderales?
Si a veces pareciera que estamos en un juego de infancia (ludo), que uno tira los dados, sentimos que vamos para adelante, que avanzamos y mi sociedad también, pero volvemos al punto de partida. Hasta que el retroceso golpea nuestro optimismo, y nos manda al infierno.
Nuestra existencia misma parece un gran juego, mas allá de todo calculo lógico y natural. El destino, la suerte, Dios, el Karma o como cada uno lo llame, nos convierte en juguetes, hojas al viento, títeres o cuanta metáfora estupida se nos ocurra. La fortuna va y viene, como la salud y los ahorros (en el supuesto caso de haber podido ahorrar algo).
Pero gracias a Dios la vida no es solo un juego de perder y ganar. Uno tiene cosas mas seguras a las que aferrarse, y en medio de tantos naufragios, escándalos, funcionarios impresentables y convulsiones políticas, nos queda lo mejor de nuestra parte que es, construir las ideologías de vida que no han muerto ni morirán, las luchas contra la intolerancia, el odio, el miedo y la esclavitud en cualquiera de sus formas, y todo lo que el afecto y el amor nos hayan motivado a cultivar.
También tenemos derecho a la felicidad y no necesitamos tener un avión privado, diez pisos espectaculares, campos, autos etc., etc., etc. Pero convengamos que viviendo en la calle, sin casa, sin trabajo, sin escuelas para los hijos, despreciados y expuestos a contraer graves enfermedades por la falta de higiene y atención sanitarias; no es muy fácil ser felices.
Algunos pueden ser felices por causas valederas, pero otros vienen atravesando procesos muy dolorosos. La felicidad esta hecha de pequeños momentos de dicha, de extrañas combinaciones y los más insólitos ingredientes. Se trata de momentos mágicos que estallan en las tinieblas del dolor y angustia como una luz deslumbrante.
La necesidad de creer es casi tan imperiosa como la de vivir.
Esta Argentina que Dios nos regalo, se reciclo una y otra vez, casi sin la ayuda de los gobernantes. Fue nuestro trabajo, nuestra dignidad y la convivencia racional lo que “no” llevo nuestra existencia a algo descartable.
Sin embargo otra parte del género humano guarda en el corazón, y en la mente sus ideales de vida que pasan por donde siempre pasaron, desde que el mundo es mundo: la búsqueda de la felicidad y lograr esa armonía interior que solo lo proporciona la coherencia interna, sin llegar a la humillación humana por medio de la explotación, que aprovecha el hambre y la ignorancia de los mas débiles en beneficio propio.
Como decía Discepolo “La lucha es cruel y es mucha” pero vale la pena. No se trata de perder grandes guerras, sino de ganar pequeñas batallas.
ARI – COALICIÓN CÍVICA
Jorge U. Muñoz
sábado, 25 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario